martes, 16 de febrero de 2010

el vacio de los valores en las personas

EL VACÍO DE LOS VALORES EN LAS PERSONAS

Tal vez la razón fundamental del vacío de los valores que constatamos no sea otra que el haber condenado al sentimiento a un papel secundario en nuestro trato con los hombres y las cosas. Valores sigue habiendo puesto que algo tiene que orientar las preferencias y elecciones de los humanos. Pero son valores fácticos llamados “valores de mercado”, lo cual no distingue entre lo categóricamente bueno o malo, ni entre lo justo o lo injusto. El valor añadido a la cola no por lo que vale en sí, sino por la ganancia.

Nunca los valores fueron tan mudables, tan dependientes de intereses extraños a las cosas mismas, sujetos a modas y caprichos imprevisibles. Aristóteles critica en la “Política”, al idealista Platón por que este había diseñado una republica ideal en la que no caben ni el afecto, no la propiedad; los únicos sentimientos -explica Aristóteles- capaces de mover a los seres humanos.

Los ciudadanos deben tener propiedades, casa, tierra, familia y, además, deben cultivar la amistad entre ellos, puesto que la virtud de la justicia es suficiente para mantener una cohesión sólida y satisfactoria entre los actores de la política. La justicia conseguirá resultados escasos si no se complementa con la virtud de la amistad. Los sentimientos son imprescindibles. El comunismo, la comunidad de bienes es estéril: no produce apoyo, ni afecto, neutraliza el sentimiento.

Sin embargo, a lo largo de la historia del pensamiento la función de lo sensible en el comportamiento se creía que relativizaba a los valores y así los convirtió en algo inaccesible. Si hay algún filósofo que ha apostado por la teoría de los valores es sin duda Max Scheler quien pretendió fijar una ontología, una base material axiológica y objetiva. Para él, el hombre es un ser espiritual que ya no esta atado a “impulsos y al ambiente”, y que se habré al mundo. En la medida que es sujeto espiritual es persona que sirve del cuerpo en calidad de instrumento para llevar la practica de determinados valores. La persona no es un sujeto que considera la persona desde el punto de vista pragmático, únicamente como objeto que hay que dominar. La persona, de un modo casi franciscano, sabe colocarse en una actitud extática de apertura hacia las cosas. Además, la persona se halla originariamente en la relación con el “yo” del otro. Tal relación abarca desde la formas inferiores de vida social hasta la culminación, consistente en la relación de amor.

La virtud según la entendían los griegos, era una disposición a actuar y a sentir de determinada manera. El pensamiento racionalista busca un sentido unitario de la vida humana y de sus aspiraciones al precio de ignorar sus ambivalencias, sin-sentidos e irracionalidades. Los valores de la ilustración -la liberta y la igualdad- siguen presentes, pero lo alcanzados con ellos y en su nombre, es profundamente contradictorio y paradójico. La autonomía ha degenerado en individualismo o corporativismo; la igualda, en una homogeneidad cultural que secunda los imperativos de la publicidad o de la moda.

El vacío de los valores es el vacío de unos imperativos cuya razón de ser no es nada obvia. ¿Por qué? Por que la racionalidad económica y pragmática lo han invadido todo. Nada vale por si mismo sino por su utilidad. El otro no es de entrada, un ser humano, sino un probable competidor. La obra de arte no se deslumbra por su belleza, si no por la ocasión de invertir que representa. Estudiar no es un placer, es una tramite para ganar mas dinero. Solo lo numérico y cuantificable -lo aparente en suma- es objeto de complacencia. ¿Satisface un mundo así? Esa es la pregunta que ha sido despreciada frente al poder de lo racional.

El nihilismo imperante los valores van perdiendo paulatinamente su virtualidad. El hombre actual se esta convirtiendo en un instrumento mas de producción, con una baja autoestima. Se va haciendo constantemente preguntas sobre el sentido de su vida, pero se ha precipitado, aun sin proponérselo, en los fondos de la soledad y la incomunicación.

A su vez, la comunicación interpersonal languidece y sé y se torna cada vez más irrelevante cuando las persona se convierten en consumidoras de palabras sin un ejercicio activo del lenguaje. Esto es patente incluso en las pequeñas comunidades, y ni siquiera la institución familiar se ve libre de este fenómeno. El hombre actual vive una saturación de lenguaje recibido con lo que se incrementa su propia alineación. No es que pierda la capacidad de pensar con un lenguaje propio sino que su pensamiento necesita cabalgar sobre el pensamiento ajeno; mejor dicho, piensa con el pensamiento de otros, que es lo mismo que no pensar. De este modo, la vida social se convierte en el pelotón sin resistencia a las ordenes de quienes ofrecen discurso interesantes.

Estamos ante una evidente crisis y vacío de valores. Me preocupa en primer lugar la superficialidad, el vacío y la desinteriorizacion del hombre que le lleva a vivir de cara al exterior, aturdido entre prisas y ruidos, sin saber a donde va y quien es. Pero no podemos sofocar ese grito angustioso e insobornable que surge dentro de nosotros y que nos pide una mayor coherencia en nuestro proceso de búsqueda de la felicidad. Es preciso abrir caminos seguros y coherentes a la Familia, a la escuela a la juventud y a la sociedad. Buscar valores que den sentido a nuestras vidas.

Los jóvenes necesitan valores que den sentido a su existencia y que vayan guiando sus pasos por los caminos de la plena realización. Para ello tienen que hurgar en los entresijos de la cultura. Casi todas las cultura han aceptado los conceptos de amistad, amor, justicia, paz, solidaridad, buen entendimiento, fraternidad. Hay que elevar todo lo hermoso, bueno, verdadero, justo y bello que vemos en la humanidad para consolidar la paz y la buena convivencia.

El valor autentico nos habla de bien, de perfección, de dignidad. Es como ideal, un proyecto, un guía, un camino de autentica felicidad. El mejor camino del descubrimiento de los valores estimables es la cultura y el medio más adecuado la educación. “ La tarea de imprimir en las gentes los ideales y las normas que guíen a nuestra civilización es, ante todo, tarea que incumple a la educación, ¡pero que miserablemente inadecuado es nuestro sistema educativo para esta tarea!” (E. Fromm).

Los adolescentes y los jóvenes buscan modelos referenciales que sean auténticos transmisores de valores. No basta que los padres o educadores les digan, que lo expresen, sino que es necesario que los vivan. Lod adolescentes van consumiendo los valores referenciales del entorno, especialmente el de la familia y de la escuela. Parece lógica la inquietud de muchos padres que no saben qué hacer, qué camino y que se dan en la pasividad de esperar a ver qué pasa. No podemos ser neutrales ya que los medios de comunicación, los amigos, la sociedad misma están transmitiendo sus valores por eso se hace precisa la interiorización, la reflexión, el análisis ponderado y responsable para tomar decisiones. Nuestros adolescentes van a pensar, a buscar la calidad humanizadota de su vida, a criticar los mensajes de los medios de comunicación, analizar sus compromisos tales, como tomar decisiones sobre futuro, asumir responsabilidades a la hora de vivir su realidad presente, aprender a equivocarse para no hundirse en la ciénega fangosa del conformismo. Los jóvenes son los primeros agentes de su propia adulación.

Todo esto tiene de cierto que los valores tradicionales han perdido vigencia y que los nuevos centros de interés no aparecen claramente definidos. Los que tiene valor aparece hoy disperso entre los armónicos cantos de sirena que tiene su nombre: consumismo, ideologias, condicionamiento de los medios de comunicación social, etc. Los estudios sociológicos son abundantes y nos explicitan todas las formas de “perdidas” de la persona en la confusión actual.

El nuestra cultura se confunden los valores y antivalores, disfrazados con frecuencia de fantasma poseídos de fuerzas malévolas que dominan el universo, revoloteando junto al anuncio de una nueva era luminosa y revalorizada. Hoy conviven amenazas de guerra y destrucción con movimientos carismáticos; escandalos de corrupcion de todo tipo con movimientos de comunidades cristianas comprometidas; bandas de terrorismo juveniles con bloques de jovenes camino de Taizé o de otros lugares, en busca de la paz perdida.

Los valores están sufriendo las consecuencias de la crisis y nosotros el dolor de todo momento de cambio. Es el dolor de la descomposición en espera de la reorganización que ya llega: G. Milanesi (1981), tras un estudio sociologico, habla de “ La busqueda de lo religioso en los jovenes, tras el eclipse y la vuelta de lo sagrado”.

La familia y la escuela tiene hoy un reto inaplazable: abrir causes para que los grandes valores del humanismo cristiano afloren en sus tareas educativas. Pero no olvidemos que los valores impuestos a la fuerza suelen ser valores rechazados. Los valores sugeridos que dejan un amplio margen a la reflexión serena y a la decisión responsable, suelen ser valores libremente asumidos. El adolescentes disponen en un sentido de suficiente madurez para aquilitar cuidadosamente aquellos valores que pueden dar, que van sentido a su vida.

Ha llegado la hora de encontrar auténticos criterios morales, debidamente ponderados, que vayan mas allá de la simple eficacia, como el sentido de la autonomía personal, la fuerza de la responsabilidad, la madurez espiritual y moral, la solidaridad hacia los hermanos. Será oportuno recordad que nuestra sociedad vive una profunda desmoralización porque, en el fondo, ha perdido el verdadero sentido de la vida. Esta crisis ha sido provocada por el declive primordialmente de las grandes creencias y utopías. Los jóvenes precisan encontrarse un gran proyecto que de sentido a su presente y que le oriente hacia el futuro.

LA EDUCACIÓN DE LOS VALORES EN LA FAMILIA

La consideración pedagógica de los valores debe estar presente en todo el recorrido del proceso educativo. La pedagogía de la intervención requiere un patrón de los valores que guíe las actividades participativas de los individuos hacia la optimización humana, lo que implica una mejor planificación en el campo familiar y en el campo escolar. El valor como tal es uno de los rasgos más importantes que se aprenden en el seno de la educación familiar. El proceso de la educación hace referencia siempre a algún modelo axiológico, en cuanto intenta reproducir los valores, actitudes, hábitos, técnicas y conocimientos que predominan en una sociedad determinada. Las condiciones sociales y tecnológicas de nuestro tiempo exigen un nuevo replanteamiento y quizás mas profunda revision de la funciones que tradicionalmente se le asignan a la educación.

Las instituciones sociales tales como la familia, escuela, los medios de comunicación social, etc. Proporcionaba pautas de conductas armonizadas con las exigencias institucionales. Las instituciones a su vez responden a un sistema de valores, cuyo mantenimiento y reproducción coadyuvan las practicas comunicativas y las formas de la relación interior de las mismas.

Pero además de las instituciones sociales, existen otros ámbitos de mantenimiento de valores entre los que destaca la practica de la religión. Esta mantiene abierto el universo de las creencias de las relaciones comunicativas con Dios, que es la claves de bóveda del universo valora religioso social. No cabe imaginar una crisis de valores desligada de una crisis religiosa.

El gran dinamismo de los medios de comunicación e información nos abruman con multitud de sistemas de valores que inundan los hogares que nos obligan a la elección de algunos de ellos. Con frecuencia se presentan como contrarios o contradictorios, dependiendo de la formación inicial de la persona y de su capacidad critica e innovación.

Dada la trascendencia de los valores en el hogar, la familia no puede olvidar que allí el hijo recibe las primeras caricias, las primeras enseñanzas, percibe los comportamientos iniciales. Allí prácticamente se ponen los fundamentos éticos que deben gobernar a la persona a atreves de su vida en el seno de la comunidad familiar trascurre la primera y fundamental parte del proceso de socialización. Los testimonios de sociólogos, pedagogos y psicólogos coinciden en esta afirmación. El niño pasa los primeros años de su vida inmerso en la comunidad familiar, y es en esta donde se afirman los cimientos de su personalidad antes de que incidan otras influencias. La familia puede educar por asimilación o hasta por rechazo, pero en cualquier caso, su influencia es profunda y duradera.

La mejor educación nace y se desarrolla en el hogar. Es ahí donde aprende a despertar interés por la vida, a confiar en si mismo, a creer que puede seguir adelante por los caminos del triunfo. Los padres tienen la posibilidad de mostrar con su presencia y su atención atenta los caminos de la verdad y del amor, el espíritu de trabajo, la ayuda a los demás, impulsarles a ser ellos mismos, a desarrollar sus cualidades, a potenciar su autoestima, sin que tenga imitar a nadie o a buscar por los desiertos de la vida lo que tienen y poseen dentro de su persona.

La familia es, en su más profundo sentido, comunidad, comunicación. Es la primera comunidad de vida de amor, pero es al mismo tiempo la primera escuela del saber, del civismo y de la ciudadanía. Es la primera escuela de los hijos. La familia es la sociedad creada para educar a las generaciones. Unos padres que sepan educar, que no van a la improvisación, sino que sean sabido preparar para esta tarea tan sublime de saber ser padre.

LOS VALORES QUE BEBEMOS FOMENTAR

Las religiones: oficialmente promueven, además de la bondad, el valor de lo sagrado y los valores trascendentales y sobrenaturales, tales como la adoración y salvación eterna.

La política: promueve valores sociales y, almenos en teorias, el bien comun.

El deporte: promueve la disciplina y la salud.

Y podríamos seguir dando ejemplos.

Conviene, aun antes de precisar su naturaleza y esencia, verlos en panorámica.

La lista podría ser interminable. Enumerar y repasar los principales nos sirve para darnos una perspectiva del terreno. Son o pueden ser valores algunas de la siguientes:

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